septiembre 08, 2005

En lo profundo 3, Itaidoshin, muchos individuos y una sola mente.

(Viene de las dos partes anteriores.)
Esa mañana había salido con tiempo para ir a desayunar a la vuelta del laburo, pero este imprevisto frustro mis planes. Yo ya pensaba que llegaría tarde a trabajar, pero por suerte llegue justito. Hablando con el agente F. Segovia, una mención especial para el, tratamos este tema del "no te metas" tan usado y tan nefasto. Junto a la damnificada, que me entere se llamaba Mariana.
El peruano le empezó a lloriquear a Mariana para que no le hiciera una denuncia. La chica aunque en principio enojada, me pareció que dudaba al oírlo. Para mi adentros, yo recordaba las palabras del hombre de hacia unos momentos. No aflojes, no aflojes, le decía mentalmente.
El trajeado que fue quien busco al policía, alego que iba hasta su oficina y volvía. Yo sentí que estábamos dejando escapar al cómplice, pero luego ocurrió algo que descarto mi teoría. La joven anónima que encontró el celular, la victima y yo, estábamos junto al policía, el ladrón y uno de seguridad de Metrovias.
-Donde iba usted?-le pregunto el agente al ladrón.
-Iba a estación Florida, a renovar el pasaporte.-respondió en el mismo tono llorón e inocentón.
Para quien no sepa, Florida es cinco estaciones de Pasteur, lugar donde se iba a bajar que yo lo frene.
-Adonde iba a renovar el pasaporte? Ahí no se renueva el pasaporte.-le replico la chica joven, que no se su nombre, pero ayudo mucho en esto.
-Que Florida si yo te agarre cuando te ibas a bajar en Pasteur? Tu historia no se sostiene.-le salí al paso yo.
-Iba a ver un amigo, que me tenía que prestar plata.-
-Pero... vos tenías que renovar el pasaporte o ir a buscar la plata. Que ibas a hacer primero? Deja de chamuyar!-le espete yo.
El ladrón se sintió desnudo y sin argumentos. El policía en su peor cara de vigilante le ordeno que lo acompañara y lo detuvo en un costado donde la estación tiene un hueco entre los molinetes.
-Vos querés hacer la denuncia?-le pregunto el agente a Mariana.
-Si, algo tenemos que hacer, no puede ser que siempre salgan impunes.-respondió ella, con hartazgo.
La sensación general, que todos compartíamos era que estábamos hartos de la injusticia. El policía le explico los pormenores de una denuncia por tentativa de robo, que era lo único que podía hacerse. Sabias que en un caso como este, el tipo sale en dos horas y vos te comes como cinco haciendo la denuncia? El agente le explico esto para que supiera antes de hacer nada. El ladrón rogaba por que no hiciera nada, pidió por sus hijos y yo estuve a punto de decirle que no me enternecía su actuación. Pero no era yo quien podía tomar la decisión de dejarlo libre o no. El agente le retuvo el documento, que efectivamente era un pasaporte de Perú. El nombre del ladrón, no me siento culpable al decirlo, era: Dante Olivera. Por si les sirve de algo y alguna vez se ven involucrados en un hecho parecido. Esto es como un servicio a la comunidad.
Mariana dudo cuando supo el duro trámite que le esperaba y yo maldije pensando en las puteadas que me iba a ligar en el trabajo.
-No podes fijarte si tiene antecedentes?-le pregunto al agente la chica.
-Es lo que voy a hacer.-respondió el.
-Si no tiene nada, yo no hago ninguna denuncia.-acordó ella.
A mi me pareció lo ideal, mientras el delincuente se ponía nervioso y el policía le ordenaba que se pegara mas a la pared, no tan cerca de donde podía escaparse por el molinete.
El ladrón no tenía antecedentes y como había acordado, Mariana no presento una denuncia.
-Lo que si podemos hacer es, la próxima vez que ocurra un hecho como este y lo veo involucrado al señor,-comento el agente, señalando al peruano que sudaba como testigo falso.-los llamo a los dos y ahí si presentan la denuncia. Ya que ahí no sale en dos horas, ya que serian dos hechos delictivos. Con esto solo tendría una primera entrada.-
Terminamos hablando con el policía hasta cerca de las diez de la mañana sobre las leyes del país, la inseguridad actual y lo que tiene que cambiar.
-Esto algún día tiene que cambiar.-decía el policía, con un tono que me sonó profético.
Pocos minutos antes que termináramos la charla, apareció el trajeado, preguntando en que había terminado todo. Ahí se iba mi teoría de que fuera el posible cómplice. Pero también podía ser el secuaz averiguando si se lo llevaban o no detenido, para así llamar al abogado. Por que sabias que estos grupos de punguistas tienen un abogado que los saca? Sabias que hay abogados que se especializan en sacar delincuentes? Y no son tan pocos ni tan ricachones como Cunio Livarona. El trajeado dijo llamarse Cesar y que tenia su oficina por ahí cerca. Intercambiamos tarjetas por cualquier contingencia con Mariana. Y me fui a trabajar, con la sensación del deber cumplido y una historia de lo más rara e increíble. Pero sobre todo, con el orgullo que el pueblo había triunfado en su conjunto. Orgullo de ser argentino. La voz del pueblo es la voz de Dios, y la mano de Diego sigue siendo la mano de Dios.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...

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