Hoy si que fue un día de muchas cosas, en semanas de bastantes cosas. Empezando por una mañana calurosa, donde paré a comprar una coca. El kioskero me discute con que le di un billete de diez cuando el único que tenía en la billetera uno de veinte. Tan seguro lo decía que a lo último casi me hizo dudar. Pero cuando el billete solitario de la billetera es el mal recuerdo de tu actual y vapuleada economía, no existe lugar para las dudas, le di uno de veinte. Porfiado, pero me dio mi vuelto, no sin ofenderse. Pero se ligó una bronca de las mías.
Yendo a la facultad, me doy cuenta que dejé en casa todos los apuntes que podía leer en el viaje, lo único que tenía para leer era "De la Guerra" de Von Clausewitz, edición Libertador. Bajo en Miserere con el "A" para combinar con la "H", pero esta linea está cerrada. Me voy derecho a "Perú", para combinar con la "E", también cerrada. Ya para no sentirme Ulises, y no el de Joyce, definí. "Si, me voy a estación "Lima" y no puedo combinar con la "C", sigo con la "A" y me vuelvo a casa. Venía regresando otra vez con la "A" y esta vez si andaba la otra linea. Me bajo algo lejos, pero donde me deja este subte. Cuando llego a la facu, esperando descubrir si tenía o no teórico, descubro que eso ya no importa. Si había, ahora no más, ya que ni luz tenían en la sede de sociales. El lugar estaba siendo desalojado por el alumnado, contento del asueto repentino, haciendo ver la vereda de la facultad como si fuera una salida de recital. Eso me recordó que mi compañero de comu 2, justo no iba al teórico (hubiera o no) porque tenía el recital de Kiss. Bueno, me dije, yo también me pliego al asueto. Los bondis venían hasta las manos, entre que no andaba el subte y que la luz desalojó a más de uno, por lo que preferí alejarme y toma otra cosa. Terminé yendo por Santiago del Estero hasta Avenida de Mayo, siendo una boca de lobo, para tomar el "5" que justo venía. No sin antes esquivar un micro de Via Bariloche que intentaba doblar para una lateral, cosa jodida si las hay. Subiendo al "5", encuentro a Florencia, que trabaja en librerias Libertador, y le muestro el libro que justo estaba leyendo. Termino mi viaje, fusilado de calor, viendo como media ciudad está a oscuras, desde el microcentro hasta Once y más allá. Al bajar del "5" en Flores, mientras cruzaba Rivadavia, me encuentro a mi compañero del grupo de taller de publicidad. Comentamos un par de cosas de la materia en dos o tres segundos y finalmente pude llegar a casa.
Pese a que parece un poco odisea el día, fue bastante interesante, por lo menos no me aburrí. Estos días siempre traen algo. Esperemos que sean buenos cambios.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén....
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