El día de hoy empezó extraño desde antes que me despertara. Soñé con el otro mundo, era una torre altísima, gigante y cilíndrica, que me hizo recordar el libro de Stephen King, aunque no se parecía en nada a la torre oscura. Allí estaba Scaladei, había mucha mas gente y yo entraba por puertas de adentro de la torre que daban a otros lugares, otros mundos. Era el paso. Recuerdo ver gatos, aunque se me escapa cuando aparecían o que hacían exactamente. Como siempre, trate de poner en papel luego de levantarme todo lo que había soñado.
A la tarde fui a Kaikan, tenia mi encuentro con el sr. Oshida. Desde la esquina, venia nervioso, pensando que diría. Cuando decidí que estaría mas dispuesto a escuchar que a hablar. Cuando doble la esquina de Donado y Juramento, me acercaba al centro cultural, viendo asomarse la imponencia del auditorio y su arquitectura impresionante, me sentía como el caballero que va a retomar el castillo. Hacia tanto tiempo que no iba a Kaikan. Había dejado que me exiliaran los enemigos, de mi propio castillo. Toque el timbre, pero nadie respondía, igualmente no lo escuchaba sonar. Volví a tocar, pensando que no andaba quizás. Ya me estaba hastiando de esperar, la plaza seca parecía desierta y el único que se asomo del centro cultural., no me dio la mas mínima atención y siguió hablando por el celular. “Dale gordo, abrime”, pensaba yo al que hablaba por el celular. Por la vereda vino caminando un gato, un calypso, tres colores, de esos que predomina el negro y que parecen desteñidos en el lavarropas. Apreté de nuevo el timbre, más fuerte y ahí si lo sentí sonar. No espere ni un minuto que escuche al sr. Oshida del otro lado. La puerta zumbo y la empuje, el gato se mando entre mis piernas, totalmente decidido a entrar a Kaikan, como si perteneciera ahí. Estuve delante mío, caminando en mi dirección, por media plaza seca. Se detuvo y yo pase, casi entrando al centro cultural. “Estas de custodio mío?” pregunte mentalmente al gato. Lo mire sonriendo, por la broma privada, y el gato me observaba detenidamente. Entre al hall del centro cultural pensando, “interesantes animales los gatos, mitad en este mundo, mitad en el otro.”
Las coincidencias de una y otra, no creo que haga falta ni mencionarlas. Igualmente, creo que quien lea esto puede hacer un mejor análisis que yo, que no soy tan objetivo.
Ni que decir que la charla con el sr. Oshida fue altamente esclarecedora. Me renovó fuerzas, me alentó a seguir y me dio una pauta para tomar muy en cuenta. Cuando salí, algo se sentía distinto. Mientras en la parada leía la orientación de sensei que me había dado, un flaco se acerco y me pregunto sobre el colectivo 112. Allí, me dijo que veníamos del mismo lugar, seguimos hablando con Tito, que es como se llama, un compañero de lucha de San Juan. Músico y que andaba de visita por aquí. No tiene nada de extraño encontrar budistas en esa parada, ni tampoco en la inmediaciones de Kaikan, pero esa charla fue el primer paso para poner en practica lo que el sr. Oshida me había dicho. Aquí comienza...
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...
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