Ahora si, puedo publicar lo que dije que tenia en el tintero. Pero como ocurrió un hecho mucho más importante, lo deje aplazado. Es una cosa muy chiquitita que llamó la atención porque lo hice notar en ese momento. El otro sábado que estábamos cenando en Puerto Leyenda mientras me hablan retóricamente sobre cuestiones milagrosas, místicas y otros delirios. Yo lance que a cada momento me sucedían ese tipo de cosas, pero había poca recepción a lo que yo decía. Como para confirmarlo, pedí que me sirvieran vino. El vino era un Carcassona. Me lo quedé mirando, la botella reflejando las luces del restaurant. (Y mientras escribo restaurant, alguien dice esa misma palabra.) Lo curioso con Carcassona, que vengo soñando varias veces con esa zona de Francia, ya que es el ambiente de la novela ”El laberinto” que estaba leyendo en ese momento, sobre los cátaros. Se la hice sacar a Tamara en ese momento de mi mochila. Me resulta curioso que yo no busco tener esa “casualidad”, pero aun así sucede. Y algunos snobistas quieren que les suceda sí o sí. Como si eso les hiciera la vida más interesante.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén....
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