Hoy a la noche, volvía a casa de ciudad y compro el pasaje en la bonetería de la parada. Estaba muerto, veníamos de tomar una birra con los chicos, después del taller del práctico de semio. Y viste como son los boletos que te dan ahí, como los antiguos? De cuando no te los daba una maldita maquina y que eran todos blancos con menos onda que un renglón. Son de todos colores, los cortan del rollo en que vienen y lo mejor, te los da un ser humano. Recuerdo cuando era chico, una costumbre fija era coleccionar los números capicúas, es decir, los que se leen igual tanto para adelante como para atrás. Una costumbre que ha muerto con la aparición de las maquinas expendedoras. Pero en ciertos lugares, ciertas terminales y en Ciudad Universitaria, parecen haberse quedado en el tiempo. Los boletos “de antes” son una cosa normal. Y aun puedo soñar que todo vuelve atrás y que colecciono algún capicúa. Pero… hasta que te toque uno, años de ir a cursar a Ciudad, no solo un cuatrimestre como ahora. Siempre miro a ver si me toca capicúa, pero sabes las posibilidades que hay que te toque uno capicúa? No es así? Bueno, sigo demostrando que yo le rompe el índice a todas las estadísticas. (Por no usar otra referencia que quedaría feo)
A mi toco un capicúa. Lo tengo ahora mismo en la billetera. Cuando lo vi parado en la fila, me quedé helado. No solo me pareció un buen augurio, después del examen, me gustaría contar con toda la buena suerte del mundo. Sentí algo en ese momento, como si alguien me dijera, “dormí sin frazada, todo va a salir bien.” Estoy o no estoy inmerso en la dimensión desconocida?
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén....