En los últimos días, pusieron internet en el estudio, de nuevo pero esta vez con banda ancha. Tan al cuete estaban todos ese día que se pusieron a buscar referencias del nombre de cada uno en el google. Buscando mi nombre, pensaron que me habían encontrado, ya que figuraba Diego Ariel Freire, exactamente mi nombre. La cuestión es que también figuraba un mail y un documento, los cuales no eran míos. Ni lerdo ni perezoso, le mande un mail desde ahí. A los dos días, leo un mail de mi homónimo que me pregunta como se ocurrió el nombre, que me lo estoy apropiando, cosa que le respondo que nací con el y que fue mucho antes. Justo se conecta al MSN y charlamos un par de minutos. Me insistía en que lo llamara, lo cual hice cuando corte la maquina. Al hablar con el, me contó que pensó que era una broma de unos amigos. Le pregunte si estudiaba en la UBA y me dijo que no. Le conté que había visto otro Diego Ariel Freire en los listados de CBC y un Diego Alejandro Freire, también con números distintos de DNI. El chiste que nos hizo gracia fue pensar que ya podíamos formar un club. Raro, pero simpático el evento.
Han entrado en la dimensión desconocida de Ichinén...
En estos días, ha aparecido demasiadas veces este nombre “Saborido”. Primero, para mi es referente en un sentido claro, es el jefe de la cátedra de historia social y general que estoy cursando. Pero luego, el productor artístico de “Que noche Bariloche” también se apellida así. En otros libros veo a un tal Enrique Saborido, creo que era. Y para cerrar, me pidieron “Sociedad y estado” de Saborido. El mismo Jorge que es jefe de cátedra de mi materia, lo preguntaron en el parque el mismo día del segundo parcial.
